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Expectativas sobre el Estudio de la Microbiota en Nutrición

Actualidad   |   16 de septiembre de 2016 Date   |  

La composición de las bacterias del intestino se denomina microbiota y la totalidad de los genes de la microbiota se conoce como microbioma. Hasta hace relativamente poco tiempo, sin ir más lejos, en la década pasada, no podíamos prever el interés que tiene hoy en día el estudio de la microbiota para determinar la situación nutricional en humanos.

Poco a poco se ha ido demostrando científicamente cómo unos microorganismos de los que aproximadamente se contabilizan unos 100 trillones en nuestro intestino (cifra unas 10 veces superior al número de células que contiene nuestro organismo), tienen el poder, no solo de participar en la regulación del sistema digestivo, sino también del sistema inmune, el sistema endocrino y el sistema nervioso.

Podemos asegurar por ello, que la microbiota intestinal se considera un órgano individual que interactúa con distintos tejidos y uno de los que depende para su estructura es el tejido adiposo. Hay una gran conexión entre células y microorganismos, a modo de simbiosis y esta interacción puede ser muy útil para proteger al organismo y promocionar la salud, siempre que exista un equilibrio. Aunque está claro que existe un componente genético muy importante en la constitución y desarrollo de la microbiota, los últimos estudios revelan la importancia de diversos factores del estilo de vida y su implicación en posibles desequilibrios o disbiosis de la misma.

Sabemos que a partir de la dieta hay unos polisacáridos que son fermentados por la microbiota colónica facilitando la extracción de nutrientes y energía que alimentan al huésped y otros que no son degradados por la actuación de las enzimas. Precisamente el conocimiento de la integración de todas las interacciones en el intestino humano entre la microbiota, la dieta y el propio huésped está abriendo nuevas oportunidades hacia intervenciones y tratamientos muy novedosos para mejorar situaciones complejas en las que el sistema inmune se encuentra alterado. Algunas terapias, utilizando microorganismos propios de la microbiota intestinal, pueden ser utilizadas para mejorar procesos inflamatorios, como la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, autoinmunes, neurodegenerativas, e incluso se está llegando a evaluar su uso en algunos tipos de cáncer. En todo ello tiene un gran porvenir no solo el estudio de probióticos, prebióticos y simbióticos, sino también el de otros ingredientes o compuestos bioactivos que posean un gran potencial inmunomodulador colaborando a mejorar patologías en las que exista un proceso inflamatorio o autoinmune, incluso en desajustes intestinales habituales como son el estreñimiento y la diarrea.

Los investigadores que estamos trabajando en este campo somos conscientes de la importancia, el potencial e innovación que puede llegar a tener el estudio del papel del equilibrio y la diversidad de una microbiota saludable y su interacción con otros órganos y tejidos para conseguir un metabolismo equilibrado, sinónimo de salud.

Es cierto que se está trabajando en esta área de investigación en algunos proyectos europeos, en los que algunos investigadores españoles están haciendo una magnífica labor. No obstante, hoy en día en España, es necesaria mucha más inversión para investigar, bien sea con fondos públicos, o bien con los de la industria alimentaria y los laboratorios farmacéuticos. Las expectativas, tal y como está la situación general en estos momentos, son pesimistas. Llevamos años de retraso, no solo nos falta financiación, sino también personas que se impliquen, que tengan entusiasmo y se "arriesguen" a dedicarse a la investigación que puede dar grandes satisfacciones profesionales, pero no económicas y para la que, por ende, se necesita una gran vocación. Los que ya hemos pasado el ecuador de nuestra profesión y echamos la vista atrás, percibimos una evolución no del todo satisfactoria por falta de medios y principalmente, por la escasez de incentivos que obtienen los jóvenes que les gusta la investigación, hay muy pocas becas, contratos y fundamentalmente falta una continuidad en su formación. Desafortunadamente, muchos de ellos tienen que emigrar y otros prefieren elegir opciones más fáciles, dedicándose a la intervención en medios de comunicación tratando temas científicos sin conocimientos suficientes. De este modo, se está tejiendo una gran maraña que empieza por la escasez de recursos para la investigación, continua con un déficit importante en la formación de aquellos estudiantes que están interesados en la investigación y se mantiene a duras penas con unos profesionales que, a pesar de todo, no tiran la toalla ante tanta adversidad. No obstante, algunos supervivientes, por encima de todos estos problemas, seguimos estando al pie del cañón porque estamos convencidos de que las cosas cambiarán tarde o temprano. Hagamos una piña los que creemos que la vida profesional es lo suficientemente larga para detectar nuevas oportunidades y cambios que determinen la continuidad en el desarrollo de la investigación.

Ascensión Marcos.

Profesora de Investigación. Directora del Grupo de Inmunonutrición del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición (ICTAN) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

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